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Infernal Kingdom / Documental / 1' / Ovalle, Chile

"Infernal Kingdom"
 
Documental hecho para Mafi.tv
 
Julio, 2012
 
Ovalle (Región de Coquimbo)

Sábado 7 de Julio. Ovalle.

 

Tenia ansias de hacer un retrato de lógica documental de este mundo, en version chilena; del black metal más extremo (género trístemente célebre en otras latitudes. Rodeado de mitos y excesos, crímenes rebuscados, ideologias facistoides, riffs vikingos y patalogías de paises ociosamente ricos). Siempre me habia limitado a grabar tocatas, y fotografiar lo más granado de aquellas nauseabundas orgías de licor, sudor, hedor y litúrgica cacofónica, pero no encontraba la instancia o la excusa para esto que quería capturar. La imagen latente –que ya conocía–, de jóvenes con rostros pintarrajeados siendo genuínamente ellos mientras se preparaban para su performance, prevalecía, y en definitiva era el objetivo ahora. Pocas horas antes de que comenzara, supe de la tocata en cuestión.

 

22.15 p.m. – Golpeo la puerta del Moesk Bar –al borde oriental de calle Benavente–, y me sumerjo en esta suerte de taberna para pirquineros de día y refugio para las bandas locales, de noche. Me paseo por el lugar pidiendo los permisos correspondientes y confraternizando como corresponde. Llego temprano, demasiado temprano. Los músicos aun no se acondicionan; prueban los equipos, echan la talla e hidratan sus gargantas de lata.

 

23.20 p.m. – Ya a tono, me acerco al vocalista de los Infernal Kingdom y le planteo el registro del back-stage, indicándole la importancia de ese momento de intimidad y preparación de incalculable valor documental. Él, acepta gustoso e incluso me invita a grabar toda la tocata si es que quiero. No quiero, pero lo hago (pequeño gran dilema mío, focalizarme en solo un objetivo).

00.05 a.m. – El local se llena, la nube de humo se vuelve tan espesa como el queso de cabra local y el otrora amplio espacio se convierte en un cajón de uvas ácidas. Me hacen una seña y entro en la sala-de-ensayo-camarín.

 

00.10 a.m. – “Yo no existo; no soy nada”, les repito varias veces al trío, pedagógicamente, a modo de mantra. Me hago hacia un costado (quedo pegado cual escupitajo en la pared). La sala tiene una acústica tal que debo bajar el ritmo cardiaco para no arruinar la captura del diálogo o lo que pueda pasar. 

 

 

C.M.

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