Reportaje no publicado sobre cine chileno

Con todo el irritante asunto $tar War$, me acordé de algo que toca en gran medida el problema con el que aún debe lidiar nuestra incipiente e inestable industria audiovisual-cinematográfica chilensis: la hegemonía nauseabunda de EEUU gracias a toda su avasalladora maquinaria publicitaria, la complacencia de los agentes nacionales pagados o espontáneamente embrutecidos, y la falta de un nacionalismo sano que ponga como prioridad lo local.
El 26 de octubre me hicieron algunas preguntas para un reportaje que intentaría explorar qué falta para que la industria del cine chileno se desarrolle (para el sitio www.kilometrocero.cl). Por motivos que desconozco, nunca se publicó reportaje alguno. Creo que el tema era necesario y potente y daba para publicación. No creo que mis respuestas hayan sido muy descabelladas o duras; condescendientes no eran, de esto estoy seguro. En fin. Esto me preguntaron y esto respondí:
¿Qué es lo que le falta a la industria chilena para conseguir tener más espectadores?
Falta invertir responsablemente y más en la etapa de difusión y promoción de una película (o pieza audiovisual en general) porque aquellas son partes fundamentales del proceso. Eso significa profesionalizar esas áreas. No basta solo con producir. Además, en paralelo, falta convencer a los gestores, exhibidores, ejecutivos de canales y personas que toman decisiones políticas, que apoyar en serio la producción nacional es una actitud escencial para fortalecer en forma consistente esta industria aún en desarrollo. Así como se fomenta el comercio, el vino, la geografía, las relaciones internacionales, etc., el cine/audiovisual es la imagen de un país, su memoria, su retrato, su gente, sus logros y falencias. No querer mirar eso va en desmedro de todo lo otro que se pretenda hacer en el país.
Es decir, recursos y conocimiento hay. Ahora, como hablamos de conseguir más audiencia dentro de Chile, falta una politica pública y privada más comprometida con el trabajo local; que se entienda que promover la cultura nacional, en su más amplia expresión, parte por casa. Que el cine/audiovisual chileno se use como material pedagógico desde las aulas. Así, desde la base, se genera conexión y contacto: una cultura despierta y atenta. Un ejemplo práctico: que cuando la television local compre películas nacionales las pase en horarios dignos y promocionando en serio la emisión. Pues da la impresión que la gente encargada de tomar esas deciciones en los canales no solo es ignorante respecto el tema sino que también desprecia lo nacional y hasta lo boicotea. Falta más arraigo por lo propio. Pero esta falta de fiato con lo nacional tiene mucho que ver con que hemos estado invadidos y dependientes, cultural y económicamente de potencias extranjeras, Estados Unidos, principalmente. Ellos invierten mucho en promoción y han aceitado de tal manera su maquinaria que los comerciantes locales no oponen resistencia y evidencian que su único fin es obtener rédito fácil. La tentación y el margen de ganancias es muy alta y el menosprecio por lo nacional tanto mayor.
Pero esto ha ido cambiando durante las últimas décadas con una mayor inversion estatal en el cine (que sin ese apoyo apenas existiría), pero falta, falta asumir que todo el proceso de realización desde su gestación, pasando por la producción, y sin olvidar la importancia de la promoción, el marketing; y, luego del estreno, la posterior conservación, re-visión y restauración de todo lo que ya se hizo. No sacamos nada con producir mecánicamente solo pensando en cifras si no pensamos y ejecutamos una conservación y rescate en paralelo de lo mucho que va quedando. Hay que pensar en las futuras generaciones y en que toda esa acumulación de trabajo son experiencias que van configurando un camino y una densidad cultural. En Chile se filmó mucho, desde 1897, pero la mayoría se perdió por una falta de consciencia, preocupación y mirada a largo plazo. ¿Por qué? Porque solo importaba la producción y la explotación. ¿Como una población va a tener aprecio y estar abierta a experimentar su propio cine cuando sea adulta si no conoce su historia desde niño?
¿Cómo evalúas el que se reciban tantos premios en el extranjero, pero que eso no se vea reflejado en la cantidad de boletos vendidos en Chile?
Hay que entender primero que los premios en festivales responden a diferentes criterios y sensibilidades. No son garantía de algo de manera absoluta. Hay que saber leer, procesar y comunicar estratégicamente esos premios. No solo reproducir el dato mecánicamente. No hay que dejarse encandilar por estos premios sino pensar en profundidad qué significan. Nos estamos acostumbrando a “vender” una película solo por sus premios, diciéndole a los connacionales que por haber obtenido ese o muchos premios esa película merece ser vista. Pero eso es insultar la inteligencia de la gente.
El premio es un recurso util, digno, un reconocimiento atendible, pero hay que entender su lógica. El premio siempre responde a sensibilidades específicas y movedizas, afectadas por contingencias e ideosincracias. Cuando se otorga un premio en X festival lo que dice esa audiencia o jurado es: “a nosotros nos remeció o conmovió esta película por X motivos ideológicos, politicos, artísticos, emocionales, etc., y estimulamos su existencia, tesis, forma, alcances con este premio”. Es decir, una película puede tener buena recepción en India y mala en Irlanda. Y hay que saber lidiar con eso. No la hace ni peor ni mejor que otra; ese premio es un dato, un hecho, que hay que saber comunicar.
Vamos por parte. Influye, en primera instancia, el conocimiento que los productores de la película tengan respecto el festival al que van a postular. Pues eso significa una inversión (copias, encomiendas, tiempo en gestionar y coordinar, etc). Postularán a un festival que crean es más receptivo a su propuesta. Apuestan a ganador, ya sea porque obtendran un reconocimiento, porque el solo hecho de quedar seleccionados les da prestigio o legitimidad a su película o porque ese festival les posibilita ventas internacionales. Luego, suponiendo que todo eso puede ser útil y convincente, viene ese deseado palmarés que se supone deben saber resaltar como un valor agregado al momento de promocionar la película en Chile. Aún estamos en una etapa muy primitiva al momento de comunicar el trasfondo de un premio. Hay un lenguaje muy básico que dice: ganamos el Koala de Plata en Hungría. Listo. ¿Hay que correr a las salas porque ese premio basta? Cuando lo realmente importante y lo que se debe comunicar es de qué manera la experiencia representada en la película se conectó con los húngaros y cómo eso a la vez convoca o interpela a los chilenos. Es decir, dónde y cómo nos encontramos con esa película. Extraer la experiencia, el nexo, el testimonio, y diferenciarse de la nutrida oferta actual.
El premio es una parte del todo. Y tiene que dialogar con una promoción bien planificada de la película: publicidad en medios, que su tema se pueda conversar, que sus alcances puedan vincularse con preocupaciones locales. Que el cine convoque a otras artes o diciplinas. Hasta la película más abstracta o árida puede lograr eso si existe ánimo e interés por pensar realmente el proceso de principio a fin. Y su fin no es el mero estreno, sino su re-visión constante. Que sea una película viva. Su fin es que se piense, se haga y se proponga como una película trascendente, fundamental, un hito, que cargue una cierta épica.
Pasamos de tener 15 estrenos chilenos en el 2010 a 40 en el 2014, ¿Eso tiene que ver con que es más fácil producir una película en Chile?
Sí, pero es una suma de factores. Los fondos públicos están focalizados en producir porque en determindo momento ahi estaba nuestro deficit, pero la realidad ha cambiado. Esa facilidad en el producción puede volcarse en una sobreoferta que puede volverse inmanejable o abrumarnos. No sacamos nada con producir si luego no sabemos cómo distribuir/exhibir esas películas o si tampoco sabemos como conservarlas, facilitarlas a la ciudadanía, estudiarlas, etc. Quedarse solo en el producir estrecha la mirada. El cine es un proceso amplio y requiere considerar todas las etapas de realización. ¿Qué saco con tener 5 o 6 hijos si no puedo alimentarlos, darles una buena calidad de vida, educación, proyección, dignidad? Hay que ser responsable. Tal vez no es necesario que esos hijos vengan a través de mí. Tal vez mi rol y mi energía pueden aprovecharse de mejor manera apoyando la crianza de otros o fortaleciendo las condiciones para que otros se desarrollen de buena manera (entiéndase: restauración, difusión, gestión, etc).
En determinadas décadas de nuestra historia tuvimos una baja producción local, lo que consituyó una falta de imagen, falta de consciencia sobre nosotros mismos (años 30, 50, y los 70 dentro de Chile). Pero cuando la producción llega a cierto estandar cuantitativo, es decir, un cierto número por cantidad de habitantes, es cuando se debe tomar consciencia de las otras etapas tan o más importantes como la producción misma: el estudio, la investigación, la conservación, restauración, la difusión y promoción, el uso pedagógico.
¿Por qué al mismo tiempo el 2014 fue el año que tuvo menos espectadores?
Tiene que ver con todo lo ya mencionado. Se llegó a un cierto estantar de producción pero se desatendieron las otras áreas: La promoción, la difusión, las estretagias de comercialización y distribución (que de hecho no siempre tienen que ver con “vender”, sino con poner al alcance de la gente el cine local de diversas maneras; de llegar a lugares apartados, descentralizar el cine; llevarlo a aulas, colegios, buscar y/o generar audiencias, acostumbrarlas a la producción local, integrar el cine nacional a la conversación y ofrecer variedad). Hay que ejercitar todos los músculos del cuerpo y no solo mostrar la parte tersa y bella. Estamos hipertrofiando nuestro cuerpo fílmico desequilibradamente.
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